Abrió
los ojos asustada, era media noche, algo le decía que tenía que
cambiar. Quería volar, estaba cansada de una vida rutinaria, unos
padres incomprensibles, y unos estudios poco excitantes, que solo le
producían dolor de cabeza. Así que preparó la mochila, cogió lo
necesario y dejó una nota en la mesita que decía: volveré.
Después
de meses caminando, y agotar sus últimos ahorros. Leire perdió la
esperanza de encontrar cuál era su propósito en la Tierra. Y
decidió adentrarse en la selva en busca de nuevas aventuras. A lo
lejos, oyó el sonido de una cascada y corrió en busca de agua. De
la emoción, resbaló con las piedras y la corriente le arrastró
profundamente. No tenía fuerzas para nadar, se sumergía dando
vueltas con la corriente. Cuando abrió los ojos, se encontró con el
cuerpo cubierto de plantas y una multitud de indígenas cantando
alrededor. Intentando asimilar lo ocurrido, Ailin, un joven de la
tribu le comunicó en signos que llevaba semanas en coma, y que su
recuperación había sido un milagro. Al verle, Leire se quedó
anononada, sintió que su vida estaba siendo una segunda oportunidad,
y a la vez se sintió extraña en ese lugar, quería desaparecer pero
estaba atrapada.
Ailin
le enseñó a pescar, a cazar, cuáles eran las danzas típicas,
montar a caballo y qué plantas eran venenosas o de sabiduría. Leire
aprendió a vivir con pocos recursos. Cada noche la tribu bailaba
alrededor del fuego, cantando y adorando la creación. Poco a poco,
se fue enamorando profundamente de Ailin, pero él no podía
infringir la ley, que decía que no podías tomar una mujer
extranjera como esposa. Cada noche se buscaban entre la oscuridad
para que nadie pudiera sospechar. Y por la mañana se conformaban con
poco más que miradas. Alhue, uno de los hermanos de Ailin, empezó a
sospechar. Así que una noche siguió a Ailin a través de la selva.
Encontró a los enamorados besándose. No podía creer lo ocurrido!
Y se fue corriendo a expandir la noticia.
Una
vez toda la tribu se había enterado, fueron en busca de ellos, para
entregarlos a la naturaleza por haber defraudado la ley. Ailin y
Leire empezaron a correr como nunca. El miedo se había apoderado de
ellos y decidieron subirse a un árbol para esconderse entre las
abundantes hojas. Pero un joven, olió sus rostros, los encontró y
se los llevó arrestados.
A
la mañana siguiente, les esperaba la gran ceremonia, donde serían
entregados a la naturaleza. La ceremonia procesó como estaba
establecido, y el fuego empezó a ascender mientras cantaban multitud
de lenguajes. El cielo empezó a oscurecerse y una tormenta
inesperada, apagó el fuego. Toda la tribu quedó en silencio.
Entendieron que era una señal de los dioses, así que los dejaron en
libertad.
Ailin
y Leire pudieron empezar una nueva vida, y decidieron quedarse en el
poblado. Leire, aprendió que la vida es un regalo, que hay que
luchar por los sueños, y que el amor puede con todo.
Keren
Serrano